Donar a Jerez: el riesgo de ser buena persona

por | 25 Ago, 2025 | Opinión

Jerez tiene algo muy suyo: una magnífica habilidad para convertir los regalos en escombros, para dejar morir algo sin matarlo del todo.

Un ejemplo es el templete-mirador de la Alameda Vieja. Donado por la familia García Paz, generosamente, a la Casa de Ejercicios Espirituales de La Cartuja, donde estaría décadas, antes de ser trasladado en 2009 a su emplazamiento actual, con la buena intención de que la ciudadanía lo disfrutara. ¿Qué podía salir mal? Pues todo, claro.

La ciudadanía, tan entusiasta como siempre, lo “disfrutó” a pedradas. Hoy el templete sigue en pie, pero desfigurado. Los cristales de colores que decoraban la planta superior ya no existen, y el conjunto tiene ese aire de abandono que… ¿tanto nos gusta? La estructura aguanta porque es de hierro, si fuera de madera, ya hubiera ardido en una noche de San Juan.

Yo, sinceramente, no donaría nada. Porque en Jerez parece que todo lo que se dona acaba siendo grafiteado, apedreado o “desaparecido en combate”. El templete es solo ejemplo más de cómo aquí los regalos no se agradecen, se abandonan.

Lo más curioso es que sigue subiendo gente al templete. Porque, en el fondo, a la gente le gusta. A los niños les encanta, es muy bonito, incluso en ruinas. Tiene ese aire romántico que sobrevive a pesar de todo. Y justo por eso, debería restaurarse y protegerse. Porque lo que se cuida se respeta, y lo que se deja caer acaba en olvido. Y Jerez, con tanto como ha perdido, no está como para seguir dejándose regalos por el camino.

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