La Bañera, Degas

En la historia del arte, el desnudo era visto como una forma que debía idealizarse para ser considerada digna de representación, evitando cualquier componente obsceno. Sin embargo, en la última exhibición de los impresionistas en 1886, Degas desafía esta norma presentando una serie de diez pasteles que muestran mujeres realizando gestos cotidianos: lavándose, secándose y peinándose. Sus desnudos femeninos capturan la verdad prosaica de estos actos, alejándose completamente del ideal marmóreo que previamente había dominado las obras de los artistas tradicionales.

Edgar Degas, reconocido por su estilo audaz y único dentro del impresionismo, desempeñó un papel fundamental en la evolución del movimiento. Su enfoque en capturar la vida cotidiana con una autenticidad cruda y la representación de gestos comunes, marcó un cambio significativo en la forma en que se entendía y se representaba el arte del desnudo en ese período.

Su influencia en el movimiento impresionista fue crucial, ya que desafiaba las convenciones establecidas y se alejaba de las representaciones idealizadas y estereotipadas del cuerpo humano. Degas exploró la cotidianidad y la intimidad a través de su representación de mujeres en sus actividades diarias, transformando así la percepción del arte del desnudo en esa época.

Además, su habilidad para manejar la luz, la perspectiva y la composición, junto con su técnica distintiva de pinceladas audaces y su enfoque en la atmósfera y el movimiento, contribuyeron a consolidar su legado como uno de los artistas impresionistas más influyentes de su tiempo.

En esta obra, representa a Pastel a una mujer agachada junto a un tocador en el momento de limpiarse la nuca con su mano, empleando una perspectiva forzada que sutilmente amplía la percepción de la profundidad de la habitación descrita. Esta técnica, típica del estilo de Degas, demuestra su habilidad para manipular la perspectiva y la profundidad en sus composiciones, añadiendo capas visuales intrigantes a sus obras.