Flora, Tiziano

El lienzo de los Uffizi es realizado por el maestro cadorino en torno al año 1515. Una pieza con una historia material curiosa debido a los múltiples traslados sufridos. Durante el siglo XVII perteneció a Don Alfonso López, embajador de España en Ámsterdam, quien lo vende al Archiduque Leopoldo Guillermo de Habsburgo y llega a Florencia en 1793 procedente de Viena, con motivo de un intercambio entre cuadros.

Los expertos en la obra de Tiziano consideran que el retrato de la joven representa a Flora, diosa romana de la primavera y de la vegetación, por el ramillete de flores que lleva en la mano. Su identificación es una cuestión discutida entre el retrato de una cortesana o la propia amante del artista, tradicionalmente reconocida como Violante, hija del pintor italiano Palma el Viejo.

Otros expertos han asociado el simbolismo de la obra como una alegoría nupcial o la dualidad entre el pudor y el deseo, sugerido por la ligera camisa que lleva puesta y que resbala por su hombro izquierdo dejando ver su seno.

El retrato se encuentra en la línea de las representaciones del maestro Giorgione y la escuela veneciana, con figuras de medio busto y detalles que esconden significados ocultos. Aunque en este aspecto, Tiziano evoluciona gracias a una pose mucho más naturalista de la joven retratada, sobre un espacio indeterminado y con movimiento en leve diagonal acentuado por la inclinación de la cabeza y sus manos; la derecha, desde la que ofrece las flores, y la izquierda que sostiene la prenda caída.

En todo caso, nos encontramos ante un retrato extremadamente amónico en cuanto a composición, suntuosidad y uso del color, que lo convierten en uno de los mejores que realiza el artista en su etapa de juventud.

Los numerosos grabados que se hacen de él desde el siglo XVI, ponen de manifiesto la gran popularidad que este lienzo ha tenido durante la historia del arte, de quien incluso artistas de la talla de Rembrandt hacen continuas reelaboraciones.