¿Titulación en Bellas Artes? No solo para oposiciones

por | 22 Sep, 2025 | Opinión

En un mundo donde todo parece regido por la meritocracia, sorprende que en los certámenes de pintura no exijan como mínimo la titulación en Bellas Artes. No se trata de desmerecer la creatividad de los autodidactas; se trata de garantizar que una obra no solo tenga forma, sino contenido y técnica, capaces de sostener su valor en el tiempo.

El arte, por más noble que sea su espíritu, también es un negocio. Galerías, coleccionistas y museos invierten en obras que tienen respaldo conceptual y técnico. Si un certamen permite competir a aficionados sin formación, ¿qué mensaje envía sobre la seriedad de la disciplina? ¿Qué valor tiene una obra si no hay garantía de que su autor conoce los fundamentos que sostienen una práctica artística profesional?

Así como en otras profesiones se exige acreditación para ejercer, en el arte debería existir un mínimo que certifique preparación y compromiso. No es una cuestión de exclusión: es una cuestión de responsabilidad con la historia del arte, con el mercado y con quienes apuestan por él.

Exigir formación oficial en los concursos artísticos no resta creatividad; al contrario, la potencia. Permite que la imaginación se estructure, que las ideas se materialicen con rigor, y que el valor de una obra no dependa únicamente de la intuición momentánea. Sin esa base, los certámenes corren el riesgo —como ya es un secreto a voces— de convertirse en meros escaparates de hobbies, desvirtuando el verdadero propósito de la competencia artística.

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