La Inmaculada Concepción de los Venerables, Murillo
Al centro, vestida de blanco y azul, sobre media luna, María alza tímidamente su mirada hacia el altísimo con ambas manos cruzadas sobre el pecho. Llama la atención la esbeltez de su figura, que acusa el fuerte sentido ascensional de la composición.
Esta Inmaculada Concepción es encargada a Murillo por Justino de Neve, para decorar uno de los altares laterales de la capilla del Hospital de los Venerables Sacerdotes, ubicado en el corazón del barrio de Santa Cruz en Sevilla.
A diferencia de otras Inmaculadas de Murillo el cortejo de angelitos no porta los símbolos de las letanías y de la pureza de la Virgen, como la Torre de David, el espejo, la palmera, el ciprés o la fuente sellada, entre otros. De ahí, que el marco del retablo sevillano original en el que se emplazaba el lienzo contara con ese conjunto de atributos de la Inmaculada tallado en relieves. Por contra, sí aparecen otros símbolos descritos en el Apocalipsis, como las tonalidades del sol en las nubes y la media luna que da soporte.
Así mismo, otra de las características que la hacen especial, respecto a otras Inmaculadas del mismo autor es su actitud triunfante y fuerte movimiento ascensional sobre un espacio celestial entre nubes, estando a medio camino entre ser una Inmaculada o una Asunción.
Recordemos que España fue el principal defensor del misterio de la Inmaculada Concepción y uno de los estados promotores para convertirlo en dogma de fe. Concretamente en Sevilla, la devoción estaba tomando cada vez más fuerza, alcanzando un gran valor, y llegando a ser una verdadera seña de identidad de la ciudad. De hecho, la jura de la fe concepcionista fue, durante dos siglos, una obligación para pertenecer a determinadas corporaciones sociales, a pesar de que no se establece su carácter dogmático hasta el siglo XIX.
Durante su prolífica carrera, Murillo pintara alrededor de veinte obras con pequeñas variaciones entre sí, más que cualquier otro pintor español de la misma época. Es en este tema religioso donde el maestro sevillano logra una fórmula representativa con tanto éxito que la hace suya, siendo imitada por muchos artistas hasta nuestros días.
Sin duda, la calidad de esta pintura es indiscutible. De hecho, esta Inmaculada Concepción fue, durante el siglo XIX, una de las pinturas más admirada y reconocida en el continente europeo. Su refinada técnica y el dinamismo que envuelve la figura de María hace que muchos expertos la consideren un punto de partida para el estilo rococó en la pintura.
Durante 1810, Jean-de-Dieu Soult, comandante general de las fuerzas francesas en España, reúne una valiosa colección de cuadros de autores españoles, robados a sus legítimos propietarios durante las campañas militares en su paso por Andalucía. Para esta colección personal, sustrae del Hospital de los Venerables Sacerdotes de Sevilla, nuestra Inmaculada Concepción de Murillo. De ahí, que también se la conozca popularmente como La Inmaculada Concepción «de Soult».
Tras la muerte del mariscal, su viuda la subasta públicamente en 1852, pujando entre otras instituciones la National Gallery de Londres, el Museo del Louvre o miembros de la realeza como la reina Isabel II de España. Fue el museo parisino quien la adquiere por 615.300 francos, el precio más alto alcanzado hasta el momento por una obra de arte.
En la actualidad, desde 1941 se encuentra de nuevo en nuestro país, formando parte de la colección que expone el Museo del Prado en Madrid, fruto de un intercambio de obras con el retrato de Mariana de Austria de Velázquez propiedad del gobierno francés.
Título: La Inmaculada Concepción de los Venerables.
Autor: Bartolomé Estéban Murillo.
Fecha: 1660–1665, Barroco. Devocional.
Técnica: Pintura al Óleo sobre lienzo, 274 x 190 cm.
Localización: Museo del Prado, Madrid.
Escrito por Inmaculada Peña
Artista Plástica, Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla.